Inhabilitados en asignar un valor

La libertad que oculta el valor: el colapso de la elección y la pérdida de sentido

Vivimos en una época marcada por una libertad sin precedentes. Una libertad que, lejos de empoderarnos, nos confunde y nos estrangula. Tenemos acceso a infinitas posibilidades: personas, decisiones, caminos, estilos de vida. Pero esta sobreabundancia de opciones conlleva un efecto paradójico: la incapacidad de asignar valor a nada, ni siquiera a nosotros mismos.

La paradoja de la elección: ¿más opciones, más ansiedad?

Cuando todo es posible, nada parece realmente valioso. La necesidad constante de maximizar los beneficios de nuestras decisiones nos empuja a buscar la opción “perfecta” en todo: en relaciones, trabajos, experiencias. Esta mentalidad genera un agotamiento decisional, una forma de ansiedad moderna. Como señala el psicólogo Barry Schwartz en su obra The Paradox of Choice, más opciones no conducen a más libertad, sino a más ansiedad, arrepentimiento y parálisis.

No solo se nos dificulta valorar lo que elegimos, sino también conocer verdaderamente las opciones. La cantidad de información disponible supera nuestra capacidad para procesarla de forma eficaz, dejándonos con una ilusión de control que se convierte en frustración.

Dos tipos de decisión: racional e intuitiva

En este contexto de exceso de alternativas, nuestras decisiones se ven divididas entre lo racional y lo intuitivo. La racionalidad, en teoría, nos permitiría elegir mejor, pero en la práctica, nos sumerge en un análisis interminable. La intuición, por otro lado, parece más alineada con nuestra naturaleza, pero se ve desautorizada por una cultura que sobrevalora el cálculo y la comparación.

El valor personal: ¿cómo saber cuánto valgo?

Uno de los mayores efectos de esta sobrecarga de libertad es que nos cuesta asignarnos un valor propio. Y esto se debe a que el valor, como experiencia social, se construye por comparación. Lo que valgo se define, muchas veces, en relación con lo que los demás valoran. Nuestra autoestima, entonces, se nutre del reconocimiento ajeno. Por eso buscamos pareja, no solo por un instinto reproductivo, sino porque anhelamos ese espejo que nos devuelva un valor.

Aquí entra en juego la teoría del reconocimiento de Axel Honneth, que plantea que el individuo se constituye en su identidad y autoestima a partir del reconocimiento social. No ser visto o validado genera una pérdida simbólica de valor personal.

El impacto del sentido y la ilusión de tener que encontrarlo

Al perder el valor de las opciones, también perdemos el sentido. Y el sentido, en última instancia, es una estructura que nos permite asignar valor a nuestras acciones y decisiones. Ver el impacto que generamos en los demás al actuar con propósito nos ayuda a darnos valor. Pero cuando ese sentido se diluye entre tantas posibilidades, quedamos sin dirección.

Algunas personas parecen haber encontrado ese supuesto sentido y lo predican como un modelo a seguir. Te venden la idea de que todos deberíamos encontrar nuestro propósito, porque eso les devuelve su valor como individuos. Sin embargo, la gran mayoría no lo encuentra, no por incapacidad, sino por exceso de posibilidades. Perdemos la orientación del valor en un mar de elecciones.

No es personal: es estructural

Cuando no te valoran, no siempre es por ti. Vivimos en un contexto que estrangula a las personas con tanta libertad de elección que ya no pueden valorar su propia experiencia. Están expuestas constantemente a vidas ajenas que parecen más valiosas, más significativas, más exitosas. Este fenómeno es parte de un proceso social profundamente actual.

Podemos relacionarlo con el “efecto escaparate” descrito por el sociólogo Zygmunt Bauman, donde el acceso constante a modelos idealizados (a través de redes sociales, por ejemplo) genera una autoevaluación negativa y una búsqueda infinita de validación.

“La libertad oculta el valor”

A este fenómeno lo llamo “la libertad oculta el valor”. Es una consecuencia natural de nuestra época. No es un defecto tuyo, no es una falla de carácter: es el resultado de una estructura que no nos enseña a convivir con la incertidumbre ni con los límites.

Espero haberte ayudado a entender un poco más el origen de tus problemas. En el próximo contenido, te daré una herramienta para tomar decisiones por intuición, que puede ayudarte a reconectar con tu valor interno

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